La Historia de la Bodega Bertotto (Nueva Helvecia)

La historia se remonta a la llegada del joven sacerdote David Buletti Bernardi, quien arribó al país junto a su madre. Designado como cura párroco de la Iglesia de Rosario del Colla, recibió el encargo de inaugurar con una misa cantada la Capilla de la Santísima Trinidad en Nueva Helvecia, el 1 de octubre de 1873. Poco después, su amor por la agricultura lo llevó a adquirir una chacra a un colono alemán. Con paciencia y conocimientos traídos desde su patria, plantó viñedos y comenzó a elaborar vino. Pronto, la comunidad bautizó el lugar como "La Bodega del Cura".

Décadas después, en 1889, José Antonio Bertotto y María Teresa Martina, inmigrantes provenientes de Lusernetta, en la provincia italiana de Torino, arribaron a Montevideo y luego se trasladaron al interior en busca de oportunidades. Tras un periodo de trabajo en la empresa de José María Garat, lograron reunir los recursos necesarios para adquirir tierras en la colonia. Fue así como, en 1902, concretaron la compra de la histórica bodega del sacerdote Buletti, dándole continuidad a su legado vitivinícola.

La empresa, inicialmente en sociedad con Garat, evolucionó hasta convertirse en "Bodega Bertotto Hermanos" en 1918, bajo la dirección de los hijos del inmigrante italiano: José, Juan, Miguel y Antonio. Con visión y esfuerzo, expandieron la producción, adquiriendo más tierras y estableciendo cultivos que abarcaban 100 hectáreas, posteriormente ampliadas a 220. La bodega alcanzó renombre con la producción de los vinos "Santa Teresa", nombre elegido en honor a María Teresa Martina, madre de los fundadores.

Bodega Bertotto en año 1924
Bodega Bertotto en año 1924

La empresa no solo se dedicó a la vitivinicultura. También incursionó en la fruticultura, la producción lechera con ganado holandés, la elaboración de quesos y, de manera destacada, en la producción de aceite de oliva. En su apogeo, contaba con 1.200 olivos, cuya cosecha permitió desarrollar una industria complementaria. Además, la bodega elaboraba vino de misa, cumpliendo con las estrictas normativas canónicas para su preparación. La relación de la familia Bertotto con la Iglesia Católica era tan estrecha que, en el patio de la bodega, cada quince días se celebraban misas.

Familias Bertotto, Fripp, Tavares, Wibmer reunidas en 1928
Familias Bertotto, Fripp, Tavares, Wibmer reunidas en 1928

A lo largo de los años, la bodega se consolidó como un pilar de la comunidad, generando empleo y contribuyendo al crecimiento de Nueva Helvecia. Sin embargo, también vivió momentos difíciles. En la década de 1960, un trágico accidente ocurrió durante la limpieza de las tinas subterráneas donde se almacenaba el vino. El "tufo del vino", gas desprendido durante la fermentación, cobró la vida de un trabajador de larga trayectoria, Manuel, marcando uno de los episodios más oscuros en la historia del establecimiento.

En su época de mayor esplendor, la producción anual de la bodega alcanzó 1.500.000 litros de vino, incluyendo variedades tintas, blancas y claretes, además de jugos de uva y grapa. Sus productos fueron galardonados en diversas exposiciones, consolidando su prestigio a nivel nacional.

La bodega también quedó inmortalizada en la memoria colectiva por un insólito accidente aéreo. En 1935, un avión, al despegar desde un campo cercano a la actual Plaza de los Vascos, no logró superar el cableado telegráfico, estrellándose en las inmediaciones. El piloto, rescatado y cuidado por la familia Bertotto, logró recuperarse sin consecuencias fatales.

Bodega Bertotto en la actualidad
Bodega Bertotto en la actualidad

Con el paso del tiempo, la bodega cesó su actividad y parte de su estructura original desapareció. Sin embargo, su legado perdura como parte del desarrollo de Nueva Helvecia y la historia de la vitivinicultura en la región. Aún hoy, quienes recuerdan aquellos tiempos evocan el esfuerzo y la dedicación de quienes hicieron de la bodega Bertotto un emblema de trabajo y tradición.

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